viernes, 10 de mayo de 2019

De la soledad y la vejez

« La vida de pareja puede proporcionar el mayor bienestar y el mayor dolor. Por un lado, las emociones más positivas, mar embravecido por el deseo, la atracción o el enamoramiento; mar de plenitud, en el logro de la intimidad; y balsa segura en brazos de cuidados que se perciben como incondicionales. Por otro,  las  emociones  más  negativas,  los  celos, el  miedo,  la  aversión, la hostilidad, la ira, la ansiedad,  la desesperación, y los  sentimientos  más desconsolados de abandono y soledad »
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Fuente: F. Lopez Sanchez: La sexualidad y el amor después de los 50 y más.

" La  primera  de  las  necesidades  en  que  se  subdivide  la  de  necesidad  de pertenencia  o  vinculación  es  la  seguridad  emocional.  Es  sentida
subjetivamente  como  necesidad  de  sentirse  querido,  aceptado,  apoyado, acompañado, valorado, protegido, cuidado, etc. La insatisfacción de esta necesidad es vivida como abandono, soledad, marginación, rechazo, aislamiento, inseguridad, miedo, ansiedad, desamparo, etc.  El  vínculo  que satisface  esta  necesidad  es  fundamentalmente  el  del apego,  que  es  el único  que,  por  su  propia  naturaleza,  conlleva  la incondicionalidad. Todos necesitamos al menos una figura de apego que nos ofrezca todo eso; pero es mejor que sean varias. Tener, al menos, una figura de apego es una condición imprescindible para el apropiado desarrollo de la infancia y para el bienestar de los adultos y de las personas mayores. Lo ideal es  seguir  disponiendo  del  amparo de la familia  de  origen (incluso poder mantener a sus miembros en el recuerdo, después de muertos) y establecer relaciones recíprocas de apego y cuidados con la pareja.

 Esta función la  pueden hacer  también  en la vejez los hermanos y los hijos  si son cuidadores tan eficaces que se perciben como incondicionales. Excepcionalmente puede ofrecer también esta seguridad un amigo o amiga.

A las personas no les es suficiente con disponer de una o varias figuras de
apego  y  una  familia,  sino  que  tienen  también  la  necesidad  de  ampliar su mundo de relaciones con los iguales y con la comunidad. El individuo y la
familia  nuclear  no  pueden  vivir  aislados,  incluso  les  sería  casi imposible
sobrevivir  en  esas  condiciones.  Necesita  una  amplia  red  de  relaciones
sociales para no sentirse marginado, aislado socialmente y aburrido. Estas relaciones satisfacen la necesidad de sentirse perteneciendo a un grupo y una comunidad, compartir proyectos,  divertirse  en  común,  etc.  Se satisface a través de  las  relaciones  con los iguales, los vínculos  de amistad  y  el sentimiento de pertenencia a un grupo.

Los amigos y compañeros de edad nos permiten saber quienes somos, cuál
es nuestra identidad de niño, joven, adulto o viejo; comunicarnos con alguien que en ocasiones puede comprendernos y apoyarnos mejor que los familiares. Desde el punto de vista de la sexualidad, la red social y las amistades nos permiten conocer nuevas personas, seducir y ser seducidos y, si fuera el caso,  enamorarnos, tener nuevas parejas o una vida sexual y amorosa convencional o no convencional.

La diferencia más importante con el vínculo del apego es que estas relaciones son voluntarias y siempre  exigen  reciprocidad, obligándonos a salir  de  nosotros  mismos  y  tener  en  cuenta  a  los  demás.

El riesgo más importante en este caso es el aislamiento social, la falta de
contacto  con  su  grupo  de  iguales  y  la  carencia  de  grupos, asociaciones o comunidades  que  favorezcan  el  establecimiento  de  una  amplia  red  de
relaciones sociales. Si es así, se sufre de soledad social, una soledad que las
personas adultas, mayores y viejas soportan mejor que la soledad emocional. Efectivamente, las personas mayores y viejas pueden mantener hasta el final de sus días relaciones de amistad, y eso es deseable, pero no es menos cierto que  a  medida  que  se  envejece  las  relaciones  de  amistad  se  hacen más selectivas y se puede producir una desvinculación de aquellas personas que son afectivamente menos importantes.

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" En las personas de edad, la pareja, si se dispone de ella y las relaciones son adecuadas, se convierte en la pieza fundamental no solo para satisfacer las necesidades sexuales y amorosas, sino también la necesidad de seguridad, gracias a que, en la pareja, pueden desarrollarse dos sistemas: el de apego y el de los cuidados. Estar apegados mutuamente y cuidarse el uno al otro acaba siendo  el  núcleo  sobre  el  que  se  asienta  el bienestar subjetivo  de  muchas personas en la vida adulta y la vejez. Por eso, estar solos o haber perdido a la pareja  puede  arrastrar  no  solo dificultades  para resolver  las  necesidades sexuales y amorosas, sino también la necesidad de sentirse seguro, protegido, querido y cuidado incondicionalmente.".


selección M. T. M.

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